sábado, 5 de noviembre de 2016

Pensamientos de una madrugada

Y me senté a pensar, así, por no dejar vagar la mente, sin embargo, me sumí en la espesura del bosque de la vida y allí me encontré con leñadores de sueños, esos que por más sano que este el árbol, la ansiedad de no verlo seguir creciendo hace que opten por sacar su egoísmo a flote, como el hacha más afilada, y quebrantan la moral del tronco que estaba en pie. Pero también me topé con cultivadores de valores, de ideas sanas, que fertilizan corazones con amor de verdad.
Y mientas más me adentraba sentía como cambiaba mi entorno al caminar, veía flores marchitas cansadas del incesante sol de los problemas cotidianos, pero me sorprendí al ver que maderos quemados por las desdichas vividas aún seguían firmes, arraigados al suelo inerme pero iluminados por la esperanza. Y allí entre aquel paisaje que parecía sombrío aprendí a encontrar la paz y me convertí en jornalero de la aceptación, cultivador del perdón, dador de la Fe, amante del mismo amor. Y entonces, allí, comencé a vivir.